No es un bosque cualquiera, más bien es una Torre de Babel de árboles. En él se entremezclan pinos, abetos y juníperos propios de zonas frías o montaña con los más remilgados cipreses y álamos o incluso jacarandas, palmeras, ficus y magnolios tropicales. Salpican la zona las acacias, la falsa pimienta o el plátano de sombra. Incluso algún naranjo te encuentras por cualquier rincón. Y no falta el sotobosque con crasas varias, adelfas, boj, piracanta, mirto, hibiscus... en fin, un batiburrillo de especies.
Tenemos árboles, arbustos, herbáceas y aunque no lo parezca, una buena representación faunística. Los mamíferos más allá de ratas y ratones que se adueñan de la noche me temo que se quedan en perros y gatos. Y, recluídos entre asfalto en tan pequeño bosque, no debe ser fácil, pero tampoco me extrañaría que hubiera algún lirón careto... te los encuentras en los rincones más insospechados. Los anfibios y reptiles deben ser testimoniales, me imagino que la lista de especies puede ser un par de especies o tres: salamanquesas y quizás alguna lagartija. Pero la cosa cambia con los artrópodos y más evidentemente con las aves.
Un buen número de saltícidos, licósidos y tómisidos se encuentran por los arbustos a la espera de alguna que otra mariposa aunque por estas fechas ya solamente se ve algún piérido que se resiste al paso del tiempo e incluso alguna esfinge-colibrí. Seguro que en primavera y verano no deben faltar los ninfálidos, sírfidos, las crisopas, los hemípteros y coleópteros... buena pinta tiene para ello si los del ayuntamiento no se pasan las semanas fumigando, que es probable.
En fin, que estoy en dique seco de salidas y me temo que algún tiempo más durará la cosa. Sinceramente ni de escribir tengo ganas y bastante me ha costado ponerme con esta entrada, pero aquí dejo testimonio y cutrefotos para constatar que siempre hay algún rinconcillo para ver pasar la vida, incluso en medio de la urbe. No deseo tener que pasar un solo día más allí por obligación, pero desde
luego me apunto en la (larga) lista de tareas pendientes hacer alguna
que otra visita para comprobar la zona.
Es sorprendente la de aves que se puede ver en la ciudad. Yo por el jardín que comentas no me suelo fijar mucho, conozco una o dos parejas de cernícalo en los edificios de la avenida y poco más, pero entre viveros y el jardín del Turia suelo pasar mucho y siempre se ven mitos, carboneros, petirrojos, verdecillos e incluso verderones o agateadores. Las lavanderas cascadeñas abundan en esta época en cualquier pequeño estanque. También he llegado a ver colirrojo real, muchos cerrojillos y un torcecuellos en paso. Naturaleza a un paseo desde casa!
ResponderEliminar¡Saludos!
Jope, contesté a este mensaje hace horas, supongo que no le dí a enviar... cosas de escribir desde el móvil.
EliminarDecía que sí, que en viveros -donde un compañero anillador tiene una estación- y en el río hay para sorprenderse, pero que mi cabecita de humano no ha sido capaz de asumir que en realidad cualquier rinconcillo con una mínima entidad le vale a la naturaleza para sacar partido, como islas de biodiversidad o sencillamente como corredores por donde fluye la vida. Desde luego, es mil veces más eficaz y eficiente que el derrochador Homo sapiens.
Muy interesante tu entrada,aunque yo no voy por ahí, si que tengo pensado hacer una especie de censo de los parques de mi ciudad (Manises) seguro que me sorprendo.
ResponderEliminarSaludos.
No dudes en publicar los resultados, atento estaré ;)
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