domingo, 30 de noviembre de 2014

El bosque escondido

En los últimos 25 años he pasado justo por la linde de un pequeño bosquete, casi rozando alguna que otra rama al menos 1 vez por semana. Eso hace más de 1200 veces... siendo prudente, porque casi seguro sean más del doble. Lo tengo a unos 15 minutos de mi casa (en coche). Y sin embargo, hasta hace tres semanas no lo había visto. Bueno, para ser correcto, no lo había mirado. Y como miles de cosas cotidianas, que ves pero no miras justamente por estar tan cercanas, hasta ahora había sido transparente para mí, invisible.
No es un bosque cualquiera, más bien es una Torre de Babel de árboles. En él se entremezclan pinos, abetos y juníperos propios de zonas frías o montaña con los más remilgados cipreses y álamos o incluso jacarandas, palmeras, ficus y magnolios tropicales. Salpican la zona las acacias, la falsa pimienta o el plátano de sombra. Incluso algún naranjo te encuentras por cualquier rincón. Y no falta el sotobosque con crasas varias, adelfas, boj, piracanta, mirto, hibiscus... en fin, un batiburrillo de especies.

Ya parece claro que no es un bosque al uso; estoy hablando de un jardín. Para ser exactos, el jardín de la zona central de la Av. Blasco Ibáñez de Valencia, en lo que aquí atañe por la zona Universitats-Hospital Clínico. Lamentablemente las últimas semanas tengo que pasar muchas horas en la zona y aprovecho los ratos muertos para desconectar como mejor sé: observando la vida.  Y cuando uno se sienta en cualquiera de sus bancos y mira con ojos de mirar, no puede dejar de ver que tiene un bosque a su alrededor, un pequeño ecosistema quasi-forestal. 
Tenemos árboles, arbustos, herbáceas y aunque no lo parezca, una buena representación faunística. Los mamíferos más allá de ratas y ratones que se adueñan de la noche me temo que se quedan en perros y gatos. Y, recluídos entre asfalto en tan pequeño bosque, no debe ser fácil, pero tampoco me extrañaría que hubiera algún lirón careto... te los encuentras en los rincones más insospechados. Los anfibios y reptiles deben ser testimoniales, me imagino que la lista de especies puede ser un par de especies o tres: salamanquesas y quizás alguna lagartija. Pero la cosa cambia con los artrópodos y más evidentemente con las aves.

Un buen número de saltícidos, licósidos y tómisidos se encuentran por los arbustos a la espera de alguna que otra mariposa aunque por estas fechas ya solamente se ve algún piérido que se resiste al paso del tiempo e incluso alguna esfinge-colibrí. Seguro que en primavera y verano no deben faltar los ninfálidos, sírfidos, las crisopas, los hemípteros y coleópteros... buena pinta tiene para ello si los del ayuntamiento no se pasan las semanas fumigando, que es probable.

Pero la fauna más evidente -como de costumbre- son los emplumados. No me sorprendió ver gorriones, lavanderas blancas, mirlos, estorninos, tórtolas y palomas, más bien me hubiera sorprendido no verlos. Pero no esperaba ver con la máxima facilidad y sin más esfuerzo que esperar un minutillo sentado en un banco a las cautelosas cotorras, tanto de kramer como argentina, a los carboneros comunes o a las currucas cabecinegras y capirotadas. Y sí me sorprendió bastante ver pasar como si no fuera con ella la cosa a una lavandera cascadeña.


Algún mosquitero andaba por la zona también, aunque la verdad es que no hay muchos. Pero por supuesto los que sí andan por todos los rincones son colirrojos tizones y petirrojos. Un par de días llegué a oir pinzones sin lograr verlos y hace algo más de un mes me encontré en el barrio de al lado, también en plena Valencia, un zorzal común muerto, seguramente golpeado por un coche.

En fin, que estoy en dique seco de salidas y me temo que algún tiempo más durará la cosa. Sinceramente ni de escribir tengo ganas y bastante me ha costado ponerme con esta entrada, pero aquí dejo testimonio y cutrefotos para constatar que siempre hay algún rinconcillo para ver pasar la vida, incluso en medio de la urbe. No deseo tener que pasar un solo día más allí por obligación, pero desde luego me apunto en la (larga) lista de tareas pendientes hacer alguna que otra visita para comprobar la zona.



4 comentarios:

  1. Es sorprendente la de aves que se puede ver en la ciudad. Yo por el jardín que comentas no me suelo fijar mucho, conozco una o dos parejas de cernícalo en los edificios de la avenida y poco más, pero entre viveros y el jardín del Turia suelo pasar mucho y siempre se ven mitos, carboneros, petirrojos, verdecillos e incluso verderones o agateadores. Las lavanderas cascadeñas abundan en esta época en cualquier pequeño estanque. También he llegado a ver colirrojo real, muchos cerrojillos y un torcecuellos en paso. Naturaleza a un paseo desde casa!

    ¡Saludos!

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    1. Jope, contesté a este mensaje hace horas, supongo que no le dí a enviar... cosas de escribir desde el móvil.
      Decía que sí, que en viveros -donde un compañero anillador tiene una estación- y en el río hay para sorprenderse, pero que mi cabecita de humano no ha sido capaz de asumir que en realidad cualquier rinconcillo con una mínima entidad le vale a la naturaleza para sacar partido, como islas de biodiversidad o sencillamente como corredores por donde fluye la vida. Desde luego, es mil veces más eficaz y eficiente que el derrochador Homo sapiens.

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  2. Muy interesante tu entrada,aunque yo no voy por ahí, si que tengo pensado hacer una especie de censo de los parques de mi ciudad (Manises) seguro que me sorprendo.
    Saludos.

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  3. No dudes en publicar los resultados, atento estaré ;)

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