Todo el año tenemos aves en blanco y negro en la marjal, pero es cuando llega el invierno cuando podemos pintar a todo color a buena parte de sus habitantes... con un simple carboncillo. Los cormoranes, que pasan el día en el mar buscándose las habichuelas, duermen en la marjal y podemos ver cientos en las primeras y últimas horas del día en formación de V. Aquí -y creo que en muchas más partes- les llaman cuervos marinos quizás por su dureza, pero desde luego y sobretodo por su plumaje negro
Por cualquier rincón en los campos de arroz -ahora baldíos- y las lagunas más someras aparecen manchas blancas de garcetas comunes y sus primas las grandes, preparadas con su arpón. De todas ellas, la común suele ser la más activa y es fácil verla andar a la búsqueda, avanza y remueve el fondo, vibrando el fango con sus patas para provocar la huida de cualquier cosa que le haya pasado desapercibida. Y esa será su perdición, porque por encima le espera el verdugo con su arpón. La garceta grande sin embargo, es más "pasiva" porque aunque a veces avanza el línea recta peinando zonas, también gusta la emboscada en zonas muy someras y puede pasar horas inmóvil, a la espera de que algún incauto -sea pez, anfibio, cangrejo o cualquier cosa que sirva de comida o aperitivo- pase al alcance de su pico, que usa a modo de arpón. También las garzas reales, que salpican tímidamente la marjal y los arrozales el resto del año, son ahora legión y podemos ver alguna allá donde miremos, con su traje pintado de gris, de negro y de blanco. Otra temible arponeadora que suele cazar también a la espera, pero esta juega en otra liga y aunque no perdonará cangrejos o alevines, no es raro verla con un pez de proporciones imposibles ensartado en su pico.
Igual que las reidoras, que forman bandas callejeras a la búsqueda de recursos: una acequia que se abre, un campo que baja el nivel y expone a los peces... allá donde haya una oportunidad de comer fácil, aparecerá de la nada la pandilla de reidoras. Solamente pico y patas se atreven a dar la nota de color, porque han dejado atrás su capuchón de chocolate y todo el plumaje está esbozado a carboncillo: el negro más profundo se difumina desde las puntas de las alas hasta el cuerpo de un blanco inmaculado.

Otro insigne de negro, la focha, anda ya emparejándose -parece mentira-. No es que haya más en invierno que en el resto del año, es verdad, pero llama la atención verlas paseando en pareja, con su traje de cura, cuando todo el mundo anda más que nada a la invernada.

Y en postes, cables y arbolillos, esperan los guardianes de uniforme gris, pequeños pero temibles depredadores, casi rapaces infiltrados entre los paseriformes: los alcaudones reales
Mañana, si tengo tiempo, me acercaré a la marjal con papel y carboncillo.
Bonitas y variadas fotos.
ResponderEliminarSaludos.
Una buena entrada, muy variada de blanco y negro, pero faltan las coloridas y abundantes anatidas que nos visitan en invierno.Supongo que las guardas para otra entrada.Saludos.
ResponderEliminarClaro, claro... esta era sobre las del blanco y negro :)
ResponderEliminarJustamente hoy he visto -y afotado aunque aún no he visto el resultado- un bando de avefrías. Hubiera completado la entrada con ellas: cuando vuelan son un caos de pinceladas en blanco y negro y es casi imposible seguir a un individuo concreto dentro del grupo de manera continua. Mmmm, ese detalle por sí solo da para una entrada.
Aquí por el mar menor, desde hace unos años viene una buena pandilla de cormoranes... Un abrazo desde Murcia...
ResponderEliminarLos cormoranes me llaman mucho la atención, los veo tanto en el mar como por las marismas y hasta en un embalse que hay cerca de mi casa (en Cantabria). La foto de la gaviota es espectacular, me ha gustado especialmente.
ResponderEliminarSaludos