domingo, 13 de abril de 2014

Saber estar (I)

Cuando uno va a un museo, en general -y digo en general porque en este país y con este tema la excepción es casi regla- se comporta con un mínimo de educación y "saber estar". A uno puede gustarle más o menos lo que visita, pero lo normal es que aunque le resulte un tostón insoportable, respete a los demás visitantes, haga lo posible por no cruzar por delante de quien está contemplando lo que sea y por supuesto evite empujarle, no toque lo que se exponga, no salte barreras, no se líe a grito pelado con sus amigos... En fin, esas cosas que aún no estando escritas, todas las personas con un mínimo de sentido común y modales conocen. Si vas a una exposición, lo mismo. Y también si es un concierto, una conferencia, un curso, una iglesia... 
En el campo sin embargo, esta regla no vale. El común de los mortales asume que lo normal es ir brincando y chillando, a pedrazo limpio, arrancando ramas, flores o matas, corriendo a la fauna para ver cómo huye, saltando cercados o vallados. Si hay alguien observando en silencio que se joda, ancha es Castilla: el campo es grande y si no te gusta te buscas otro sitio... aunque lleves dos horas intentando ver asomarse a la polluela que sabes se escondió en aquel islote de carrizo. Y la fauna que haya, pues lo mismo: si les molesta que se piren, que se enteren que han llegado los amos. 

La verdad es que me parece inverosímil que haya que recordarlo, pero en el campo también hay que saber estar, no vale todo. No vale escudarse en la ignorancia. Que podrá atenuar algunas cosas, pero no excusarlo todo. Cuando sales al extranjero, no es raro encontrar espacio naturales en los que hay que pagar una pequeña cantidad para entrar, en principio para ahuyentar a personas poco sensibilizadas -si uno no tiene auténtico interés en ver algo, no paga para hacerlo- y ya de paso supongo para contribuir a su conservación. Sin embargo, en esta tierra de paletos me temo que el haber pagado otorgaría derechos... lo dejo aquí, que llevo rumiando esta entrada 10 días y he llegado a la conclusión de que no puedo ser políticamente correcto. Mejor acabo con una pequeña muestra grabada en el observatorio d la colonia de estérnidos de la Marjal de Moro. Evito estos lugares de fácil acceso los findes para no tropezar con estas cosas, pero llevo demasiadas semanas saturado y solamente me queda alguna hora dominical para escaparme. La verdad, como dice uno de los pocos periodistas a quien admiro: "se me quitan las ganas de tener ganas". Grabé esto después de ser asaltado por 15 o 20 energú cerca de 20 personas que entraron a la caseta de observación en plan Atila. Antes de llegar ellos, había unas 30 parejas de gaviotas reidoras y cabecinegras, avocetas, cigüeñuelas, fumareles cariblancos, charranes, chorlitejos cortejando... después de ellos, la nada. Bueno, miento: una nube de charranes sobrevolando a los infieles hasta que consiguen su objetivo en el segundo 41 del vídeo: lo que se oye berrear a partir de ese momento es una persona, aunque lo disimule muy bien. Desde dentro de la caseta yo sabía lo que había pasado sin verlo y aunque agunataba el tipo, no pude evitar la risa al oír la confirmación de boca de una señora: "un pájaro se le ha cagado desde el aire y se le ha colado la mierda por el cuello de la camisa". Y es que ya lo decía mi abuelo:
"El que al cielo escupe, a la cara le cae".


3 comentarios:

  1. Hola François, como me identifico contigo,esos pensamientos tuyos en voz alta bien podrían ser los míos. Ademas en ese mismo lugar he vivido escenas parecidas, ya que yo suelo acudir los fines de semana por esos lugares.No tengo alternativa.Un saludo.

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  2. Pues a mí ir los findes me deprime... es una regla casi fija que haya mucha menos fauna y/o más escondida y nerviosa. Pero lo peor es que aunque te cruzas con gente agradable con quien puedes conversar tranquilamente un buen rato sin haberlo visto en la vida, siempre aparecen unos cuantos indeseables que te revientan el día. Y ojo, no siempre son los "urbanitas domingueros". Lo mismo me encuentro gente que pregunta qué gaviotas tenemos delante cuando son charranes y en pleno mes de abril preguntan si los migradores se dirigen al sur pero sin embargo se comportan impecablemente, que gente que se supone puesta en estos temas pero que si por mí fuera, deberían quedarse encerrados en casa mirando documentales. El año pasado, con la colonia al 100% (primera mitad de mayo, calculo), me vino una tropa por el camino que baja desde el CEACV, cuando se encontraron con la valla que aleja el tránsito de la colonia, unos cuantos saltaron y se acercaron marchando por la cima del terraplén que aisla la colonia... no quedó ni una sola ave en tierra, montaron un cisco de dos pares. Estos gallitos pasaron de largo y se fueron hacia la playa -normal, habían dejado la colonia aparentemente desierta ( los pollos seguían agazapados pero estos no lo sabían y no los veían) y no había nada que ver; el resto vinieron a la caseta y pude comprobar que eran universitarios de ¿Biología? comandados por una profesora que explicaba por encima el ecosistema, la formación de la marjal, la botánica, etc. pero por lo visto se olvidó de explicar a unos cuantos lo básico: respetar todo eso. Le comenté el tema, el número que habían montado en una colonia que estaba en plena cría, su actividad y periodo más crítico... y la verdad es que se disculpó y creo yo se avergonzó. Pero no quita que se demostró una vez más que falta cultura de salir al campo y que no siempre es por la gente que uno se puede esperar.

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  3. Tienes toda la razón y he vivido o padecido las situaciones que recreas perfectamente en tu acertada narración.
    El sábado pasado, bueno, con cierta disculpa, puesto que la gente que paseaba por la senda del barranco desconocía la cría del búho real y los buitres, iban voceando y quejándose de lo que pinchaban aliagas y otros matorrales, yendo, por supuesto, con pantalones cortos. La hembra de búho con sus dos pollos los miraba fijamente pero, con la seguridad estar a buen recaudo en su nido. Me sirvió la escena para comprobar que la paciente madre aguantaba estoicamente estas incursiones humanas en su seguro territorio.

    Saludos

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